INDIA – AMRITSAR

Cuando entré en la India, no tenía más objetivo que atravesar el país de Oeste a Este. Entrar por Pakistán y salir hacia Birmania a través del estado de Manipur. La guía Lonely Planet del año 2007 -que es la que uso cuando decido tirar de guía – dice respecto a este estado de la India, que mejor no tocarlo, ni con un palo. Por ahí cortaban cabezas hace 100 años, y para los de la guía, igual quedaba algún ramalazo. Hoy en día es un estado pacífico, con bastante presencia militar, y que da la bienvenida con un sello en el pasaporte. Varios estados del Este de la India, al igual que Sikkim en el centro Norte, hace menos de 100 años eran estados independientes.

 

Al igual que me ha ocurrido en otros países, el día a día no te permite planificar que y como abordarás el viaje en el siguiente país, y como hasta ahora ir donde me llevase la corriente me había funcionado, que mejor que dejar al destino encargarse de mi.

 

5 días antes de entrar en la India, el tiempo que esperaba estar entre la frontera Pakistaní y la Birmana era de menos de 1 mes. Finalmente fueron casi 3 meses, con más de un mes por tierras nepalíes.

 

India probablemente es el país del mundo donde hay más contrastes, más lenguas y dialectos y donde se practican más religiones del planeta. Y como todo en la India, la práctica de todas ellas es intensa y forma parte importante del día a día de las personas.

 

En mi periplo, pasaría zonas musulmanes en la zona de Jammu Cachemira –Noroeste-, Budistas en el Valle de Ladack –Noroeste- y Sikkim –Noreste-, y Cristianas en el Este.

 

Esta pacífica coexistencia religiosa, tuvo sus días más negros hace casi 70 años, cuando lo que hoy en día son Pakistán y Bangladesh, zonas mayoritariamente musulmanas, se independizaron de la India.

 

La independencia política y geográfica de las religiones, se llevó a varios millares de vidas por medio, en el proceso migratorio de las familias que habían quedado en territorio equivocado, cuando un grupo de políticos decidieron por donde pintaban la raya geográfica que les separaría.

 

Todo esto tiene ahora como consecuencia, que el tiempo que tardamos en cruzar la dichosa raya fuera de más de 7 horas.

 

Yo como siempre con tensiones en las fronteras. En la Pakistaní, porque mi Carnet du passage, el documento que sirve para importar temporalmente un vehículo a otro país, no tiene el número de motor de mi vehículo. Lo que me supone, a modo de “soborno”, tener que cambiar moneda con el funcionario de turno, a un tipo de cambio poco beneficioso para el que suscribe.

 

En la parte India, la ligera tensión que supone llevar un artilugio potencialmente prohibido por las autoridades indias. Un sistema de mensajería vía satélite.

 

Tanto en la India como en Rusia, hay que avisar de la posesión de un dispositivo de este tipo dentro de sus fronteras, lo que puede suponer su incautación y quien sabe si algún problema más gordo.

 

Tras las más de 7 horas de procesos administrativos, registros y esperas, ya estamos en la India.

 

En Pakistán, mi respeto antes de entrar, era hacia la seguridad. Mis profecías no se cumplieron. Viví una magnífica experiencia, en un entorno de aparente seguridad.

 

En la India, mi respecto era hacia sus carreteras, tráfico y forma de conducción. Al contrario que con Pakistán, mis temores se vieron totalmente confirmados. Pero a la vez, viajé por un país en el que probablemente puedes vivir la mayor experiencia personal como turista del mundo.

 

Mi primera parada sería la ciudad de Amritsar, en el Punjab, conocida por ser la capital de los Sikhs, etnia llamada así por ser practicantes del Sikhismo , y físicamente reconocibles por no cortarse el pelo, tener largas barbas y llevar vistosos turbantes.

 

Y de esta ciudad, os dejo unas fotos…

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