PAMIR HIGHWAY

Me he puesto a escribir en una tarde de monzón en Amritsar, India, en Mrs. Bhandari Guesthouse, la única mujer Parsi que quedó en esta ciudad Sigh. Ahora herencia de la centenaria fundadora – murió a los 101-, que adoptó el apellido al contraer matrimonio con Mr. Bhandari, ingeniero ferroviario. Un puente de esta localidad lleva su apellido en su honor. Hay fotos con Lord y Lady Mountbatten. Gobernadores de la India en época británica. Vamos, que esta señora la tocaba…

 

Es un lugar encantador, con muchísimo sabor colonial. Todo retro. Vuelvo a vivir un momento que me recuerda al que experimenté mientras escribía en una azotea en Estambúl 3 meses atraás. En esta ocasión, en vez del Bósforo, las azoteas y al muhecín cantando, tengo un enorme jardín, un huerto, grupos de loros y pequeñas ardillas que juegan mientras intentan refugiarse de la lluvia. El mismo portátil, distinta cerveza…. ¿La misma persona?.

 

No se si será por la cerveza Kingfisher que confiesa su grado de alcohol diciendo que es superior a 3,5º y punto. Porque me he puesto sensiblero con una canción de Tiziano Ferro o porque simplemente metafísicamente es imposible, pero viendo las fotos del Pamir, no caben las palabras en las imágenes… las imágenes deben hablar por si mismas…

 

Salí de Dushambé con el tiempo ajustado. Había calculado 21 días para hacer el Pamir con tranquilidad, recorrer Kyrgystan hasta Osh, y volver a Sary Tash, donde debería encontrarme con el grupo con el que cruzaría a China. Este grupo se conoció por internet a través de una famosa web de viajes overland.

 

Todo empezó hacia el mes de Febrero, cuando Kim puso un post en la web: “Quien se dirige hacia el Este en 2015?”. A la multitud de respuestas con los datos del posteador, itinerario, montura… siguió otro post del mismo Kim: “Alguien para entrar en China en Agosto-Septiembre de 2015?. El resultado un grupo de 8 monturas y 9 pilotos, que tras unos 20.000 kms y al menos 3 meses de viaje, se encontraría a una hora y un día, muy lejos del punto de partida. Cada uno diferente. Nadie falló, ahí estaríamos todos para cruzar a la provincia de Xinjiang, y dirigirnos hacia el Sur, hacia Pakistán.

 

Pero esto es el final feliz. La historia comienza con el cálculo de 21 días para cruzar el Pamir y brujulear en Kyrgystan.

 

El destino, después de muchos kilómetros, quiso darme con los días en el hocico. 5 días se me fueron en estar retenido por la policía Uzbeka, por portar unas medicinas legales, con receta y factura… 5 días, 650 dólares de mordida, análisis de sangre y orina y un proceso policial corrupto, lo solucionaron todo. Alaisder, británico, ciclista, 24 años, ruso parlante, tuvo peor suerte. 30 días, 300 dólares, y a punto de chupar trena por 8 pastillas de codeína. Pero como en todo viaje, los malos momentos, los 5 días compartidos en Termiz – frontera Uzbeko/Afgana -, se convierten por alquimia en aquello que te convierte en lo que eres, y eso no es malo ni bueno, es lo que es. Dicen que lo que no te mata de hacer más fuerte. A mi esto no me ha hecho más fuerte, pero me ha permitido conocer a una persona de un tuétano especial. Uno de tantos viajeros excepcionales, que en nuestra sociedad pasan desapercibidos, en diferentes empleos, vidas…

 

A ver si todos vamos a ser especiales…

 

Por si el destino no se contentaba en quitarme 5 días de mi plan de 21 días –esto suena a perder peso – , un giro en “U” de un desaprensivo, probablemente menor, el día de mi liberación, ya en Dushambé, Tayikistán, iba a perjudicar aún más mi planes. El impacto de mi moto contra la puerta lateral izquierda del cretino, iba a suponer pedir 2 horquillas nuevas al exterior. Y esto significaba Alemania, España o como al final sucedió, Moscú.

 

Así que ahí estaba yo. Modelo “Los lunes al Sol” en el Green House Hostel de Dushambe, viendo pasar la vida, hasta que llegaran las piezas. Y como no puede ser de otra manera en un hostel, viendo pasar también viajeros. Los Israelíes con su rizos morenos y el Hebreo, para mi hasta ahora desconocido fonéticamente. El Canadiense que trabaja como consultor para la OTAN en Kabul desde hace 3 años. El Kiwi que con sus 70 tacos viene desde las antípodas patrias. El francés, traductor, que desde 2004 vive en El Mundo, allí donde le permite el dinero que gana trabajando en la nube y las visas. En todos los sitios menos en “occidente”… allí no llega la pela. El americano homosexual que se fue hace 5 años para intentar asimilar la nunca asimilable homofobia de su familia. El Kiwi que trabaja 6 meses y viaja otros 6. Que majos y como me río con los Kiwis. Que buena gente….

 

Rusos, suizos, suecos, alemanes, ucranianos, norte americanos, británicos, brasileiros, hasta una pareja de maños! … si parece que en Dushambé no sopla el viento… pero está petao oiga!!.

 

Pues eso, que entre la poli y la galleta que me aticé, los 21 días se me han quedado en 6, y tengo 1.000 kilómetros por delante en una de las “carreteras” más infames del mundo. Pero todo lo que tiene de infame, lo tiene de bella…. y eso enamora.

 

La carretera tiene su Zenit en los 4.600 metros, discurriendo habitualmente entre los 3.000 y los 4.000 metros. Si existe Marte en la tierra, esas son las montañas del Pamir. Es frío, árido, ventoso. A estas alturas ya estoy acostumbrado a encontrarme con pocos occidentales en el camino, pero aquí puedes andar 8 horas en moto y cruzarte en un día con 8 seres humanos. La soledad, de eso ya hablé en otro post. Aquí la vuelves a sentir, pero curiosamente, es tan bello el lugar, que no hay cabida a los sentimientos que damos forma como negativos. Aquí en lo único que hay que tener cuidado, es en no meterte en un bache tamaño provincia mientras observas lo que te rodea.

Pamir Highway

Pamir Highway

Pamir Highway

Pamir Highway

 

Pamir Highway

Pamir Highway

 

Pamir Highway

Pamir Highway

 

Lo que ví, lo podéis imaginar con las fotos…. Lo que sentí… también…

 

Y sabiendo que estoy en la India, que llegué, también…